Damián
Este es un capítulo de una novela que estoy planeando hacer y que escribí el año pasado, espero les guste. Rubia.
Capítulo
1:
Me desperté
con los suaves rayos del sol que se filtraban por la ventana, miré el reloj,
eran la ocho A.M., me giré para dormir otro poco más puesto que no tenía que ir
a trabajar hoy, pero sentí la mirada de Damián sobre mí.
–¿qué? – dije abriendo los ojos con pereza.
– nada, solo me gusta mirarte
cuando duermes – me dijo él con su hermosa media sonrisa.
– ¿por qué? Mi cara en las
mañanas es horrible.
Él se rió y despacio se fue
acercando a mi – tu siempre te ves linda – me susurró al oído
Sonreí y lo besé, suave al principio, pero se fue volviendo cada vez más
apasionado, me subí arriba de él y justo cuando nos movíamos para quitarnos el
poco de ropa que teníamos, sonó el celular de Damian.
– no contestes – pensé, pero no
se lo dije, él me apartó suavemente y contestó.
– diga – su rostro se ensombreció al instante, yo maldije por lo bajo,
pero no lo molesté, creo que estaba hablando con su jefe, porque siempre frunce
el ceño de esa manera, cuando se trata de trabajo, asi que me levanté y me puse
mi bata – voy a tomar una ducha – le dije con los labios, el asintió y lo dejé
hablar.
– el trabajo estará terminado hoy sabes que siempre cumplo – fue lo último
que le escuche decir antes de meterme al cuarto de baño.
Con el sonido del agua cayendo empecé a recordar el día en que me
encargaron el caso de Damian y los meses posteriores, él tiene un pasado muy
turbio, yo lo viví en carne propia, pero sé que ha cambiado, lo sé porque de
otra manera no me habría entregado completamente, incluso renuncié a mi vida
entera por él, es imposible estar más enamorada. Con ese pensamiento y una
sonrisa de suficiencia, salí del baño
– ¿sabes Damian? Estaba pensando que talvez… - no terminé de decir la
frase cuando alguien me sujetó del cuello. Traté de gritar y resistirme pero un
sonido metalico me calló el tenía un arma.
– tranquila, no grites, no hagas esto más dificil por favor – susurró una
voz al mismo tiempo en que sentía un circulo frío metalico en mi cabeza, tragué
saliva – no… tu-tú… ya no eras… así – tartamudeé, me estaba faltando el aire y
las lagrimas amenazaban por salir.
– ¿en serio ana?, ¿creiste que luego que luego de un par de revolcones,
lograrias cambiarme?
No contesté, en lo único que podía pensar era que no quería morir, al
menos no de esta forma, al menos no de la mano del hombre que amé. Estaba
aterrada y lloraba.
– yo soy así, este es mi trabajo y no hubieras podido cambiarme nunca Ana,
tu lo sabías, lo supiste desde el momento en que tomaste mi caso en la
comisaria y empezaste a investigar, supiste que estabas condenada. – dijo ahora tomándome del pelo, y lloré aún más fuerte, en el fondo siempre lo supe, ya
estaba muerta, fui muy estupida al enamorarme del enemigo y fugarme con él.
– tuve que inventarme esta historia, para acercarme a ti, porque no sabes
lo escurridiza que eres, fueron largos meses los que ocupé en tu persecución,
meses que tú tomaste de mi vida – siguió diciendo, pero luego de esa confesión
no quedó ni vestigio de mis sentimientos por él, ahora solo quedaba miedo y
repulsión.
Aún asi… lo siento amor – creí oirle
susurrar antes del sonido sordo de un disparo y luego la más infinita y fría
oscuridad.
El gesto sombrío no se quitaba del rostro de Damian mientras lavaba la
sangre de su victima de sus manos, se las secó y llamó a su jefe.
– el trabajo está hecho, cumplí mi parte del acuerdo falta la tuya.
– ¡enhorabuena! no dude de ti en
ningún momento – sonó una voz alegre del otro lado, el joven no respondió.
– esta bien, en un momento pensé que no
podrías y que te fugarias con ella, pero ese no importa, pues ahora esta hecho.
– solo dime donde esta el dinero – le cortó irritado Damian.
– bien tranquilo, te lo diré, tuve
que cambiarlo de lugar asi que te mandaré la dirección.
– ok , terminaré aquí he iré a buscarlo – cortó la llamada
Miró la habitación, había movido el cadáver y lo había dejado en la cama, se había lavado las manos, y había recogido la
bala, ya que esta, habría atravesado la cabeza de la mujer, ahora Damian estaba
quemando todos sus documentos en una chimenea, desde licencia hasta pasaporte,
luego fue a la cocina y rompió cuidadosamente una tubería para que haya fuga de
gas, salió de la propiedad, prendió su cigarro y esperó, cuando termino de
fumar, se alejo a una distancia prudente y tiró su cigarro aún prendido por la
ventana, hacía adentro y volvió a su auto con la casa en llamas a su espalda.
Damian se encontraba en una bodega prácticamente escondida en medio de la
ciudad, luego de conducir por horas, se hizo noche y estaba solo. No se demoró
en encontrar la bodega correcta, abrirla con una contraseña y tomar el dinero.
– ¿hola? – respondió un hombre
en la otra linea.
– ya recogí el dinero.
– bien…, supongo que esta es la
despedida entonces – suspiró la voz
– si, pero antes, por pura curiosidad ¿por qué la mandaste a matar? Sabes
que no era necesario, solo con la constante amenaza bastaba para que no dijera
nada, además estaba conmigo.
– bueno, en parte porque queria probarte y en parte porque no e gusta
dejar cabos sueltos.
– aun así, no te gusta matar gente sin una muy buena razón Rob.
– admito que se volvió algo personal, pero no es de tu incumbencia Damian –
respondió de forma calmada – por otro lado, ¿puedo hacerte yo una pregunta?
– supongo que es lo justo.
– ¿Qué haras de ahora en adelante? De verdad tengo curiosidad, en todos
estos años no has mostrado ser mejor en nada más, es como si hubieras nacido
para esto.
– me extraña que después de todos estos años no lo sepas, solo te diré que
ya no me verás por aquí.
– ¿te irás del país? ¿Dónde irás?
– no es de tu incumbencia Rob - dijo con suficiencia – no me llames ni
me busques, nuestro trato terminó, no te debo nada – y cortó la llamada con
una sonrisa de esas que no tenía de hace mucho tiempom una verdadera.
Se sentía al fin libre, ya no le rendía cuentas a nadie, su vida acababa
de comenzar.
Tiró su celular al suelo, lo pisó y lo recogió para luego botarlo a la
basura, tomó su dinero y se fue, sin mirar atrás.