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sábado, 4 de mayo de 2019

Cuento


Rebeca 

*inserte titulo original*

Cuando Rebeca toca el violín se olvida de todo lo que ha tenido que pasar. Al son de la música, una dulce amnesia se hace presente y la hace pasar al menos un buen momento dentro de toda la mala suerte que le ha tocado tener.

Termina la canción y una ronda de atronadores aplausos se hace presente en el teatro. Termina la canción y la chica, aunque orgullosa de su trabajo no puede evitar recordar su vida. Recordó cuando tenía meses y su padre las abandono a ella y a su madre; recordó como cuando tenía diez años cumplidos y su madre murió por una enfermedad producto al contacto de productos tóxicos a los que estaba expuesta en la fabrica en la que trabajaba; recordó como la llevaron con su tío, su único pariente vivo, en un apartamento completamente desatendido, que prácticamente se derrumbaba.

Trató de no recordar esas palabras de apariencia amable, pero que escondían un significado oscuro; trato de no pensar en esas caricias que aparentaban un juego, pero que no lo eran; trató de no pensar en él, quien le hizo tanto daño; trato de no pensar en su gesto de extremo placer cuando estaba con ella; de no pensar en los tres años en los que vivió allí, pero no pudo evitarlo.

Luego vino el incendio en su edificio donde ella fue una de las pocas sobrevivientes, su llegada al centro de adopción, y pocos meses después su llegada a una casa extraña.

El concierto terminó y Rebeca corrió para salir de allí, en el camino varias personas se le acercaron para felicitarla, pero ella las ignoró triunfalmente, sus compañeros de orquesta se empezaban a formar en grupos para conversar y felicitarse mutuamente, pero por supuesto ella no pertenecía a ninguno, su pasado la había convertido en una persona callada reservada y sumamente desconfiada. Sin embargo había una persona que se había ganado el derecho de palabras suyas, de gestos suyos, incluso de abrazos suyos, y esa persona era su padre adoptivo, se dirigió hacia él en medio de la gente que esperaba fuera, él no le dijo nada, a estas alturas la conocía lo suficiente como para saber que ella no le contestaría hasta que estuvieran solos, se dirigieron al auto en silencio, era fácil reconocerlo pues era el más lujoso del estacionamiento, por esta razón cualquiera que la viera ahora diría que su serie de eventos desafortunados había acabado, en parte era cierto, fue adoptada por la pareja más rica del pueblo a poco meses del accidente en su antigua casa, pero no era así su padre adoptivo tenía una mujer y dos hijos un niño y una niña, el hombre había sido siempre buena con ella, de hecho él fue quien le compró un nuevo violín y la llevó a aquel conservatorio, pero los demás integrantes de la familia, incluidos algunos empleados, la trataban como si ella fuera un sucio animal de la calle, él no estaba enterado de nada, y no era necesario que lo hiciera, pues pronto todos esos abusos acabarían.

Se subieron al auto, ambos en la parte trasera, uno al lado del otro, el conductor partió y al fin las conversaciones salieron a flote, un poco forzadas. Él la felicito por su trabajo, le dijo que era muy talentosa y que le había encantado; ella mirando por la ventana, le respondía algo seca, le dio las gracias y le contó que a ella también le había gustado el ambiente, no le contó como la había hecho sentir, ni de todo lo que olvido cuando estaba en escena, no, aun era muy temprano para eso.

 – oye Beca, no me gusta dejarte sola con Evelyn – dijo de pronto, Evelyn era su esposa, así que algo sospechaba, por primera vez en la noche ella lo miró a los ojos, estos mostraban verdadera angustia – pero debo realizar un viaje de trabajo, es muy importante, solo serán tres días.

– entiendo – respondió ella, aunque no le gustaba quedarse sola con el resto de su “familia”, esta vez vio una oportunidad – solo tres días – susurró.

La despedida tampoco fue muy efusiva, Rebeca espero tranquilamente a que el resto se despidiera primero, observando con repulsión como estos solo se interesaban por los regalos que él pudiera traer, cuando se hubieron aburrido, se acercó silenciosamente hacia el hombre y lo abrazó.

– ¿tú quieres algo? – le preguntó.
– solo que vuelvas por mi - le dijo ella.

Ese día vio el auto partir pensando en lo que vendría. 

Así mismo vio a su nueva casa ser consumida por las llamas tres días después, la primera vez que había estado en una situación así fue dos años atrás, esa vez se había asegurado de llevar su violín consigo, pero su tío entendió lo que ocurría y la tomó por el brazo diciéndole, vendrás conmigo al infierno, ella había luchado esa noche, con su violín que era lo único que tenía en la mano había golpeado a su tío en la cabeza con una fuerza sacada de lo más profundo de su interior, y solo se había detenido cuando ya no vio más movimiento, había salido con rapidez del edificio, con lágrimas en sus ojos, los gritos no se hicieron esperar, nadie pudo culparla esa vez salvo ella misma, quien se detuvo a observar lo que había provocado con arrepentimiento, pero esta vez no sentía ningún remordimiento, ni siquiera lamentó la pérdida de su instrumento preciado, pues sabía que recibiría otro pronto, cuando el caos había empezado, ella había salido por la ruta que había armado y sin botar ni una sola lágrima esta vez, ellos no se la merecían.

Cuando él llegó preocupado, abrazándola y preguntándole que había pasado, ella solo atino a mirarlo en silencio, como era habitual en ella, al ver que nada podía ser recuperado, el hombre, se tragó su pena y la subió al auto para empezar de cero, Rebeca miró por ultima vez las cenizas y el humo y por primera vez en año se sintió aliviada y sonrió.