Me acuerdo: ejercicio de escritura
Este es un ejercicio que me mandaron a hacer en mi taller de escritura, esta basado en el escrito me acuerdo de Andrea Pallet, y es la misma idea, pero con situaciones de mi vida, espero les guste.
Al ser joven tengo cierta ventaja
de lo que son “recuerdos” y
aunque no todos son lindos recuerdos, yo lo
considero una ventaja, pues mi infancia fue más alegre que triste.
Me acuerdo de la primera vez que
fui consiente, que es más o
menos como acordarse de nacer, algo extraño, pero
muy vívido en mi memoria. Era una noche como cualquier otra, yo tenía dos años
y un poco más y estaba soñando, de pronto me desperté y recordé mi sueño, me di
cuenta de que estaba pensando por mi misma, ¡estaba viva! Como no comprendí en
ese momento todo lo que esto implicaba, me asusté, miré hacia los lados y me vi
acompañada por mis padres, por lo que me sentí segura otra vez.
Me acuerdo de cuando iba a buscar a
mi madre al paradero
con mi abuela, en ese entonces no teníamos vehículo. Para
llegar debíamos cruzar un campo de cultivo; a veces las flores se apropiaban de
la extensión de tierra; a veces habían cultivadas zanahorias; y otras veces
solo eran surcos cafés, lo importante es que me encantaba cruzar por ahí,
saltaba corría para finalmente abrazar a mamá, esas cálidas tardes son unas de
las que más atesoro.
Tengo muchos buenos recuerdos con
mi familia en mis
primeros años, es que se turnaban por cuidarme, me acuerdo cuando jugaba en el computador de mi abuelo, fue uno de esos cubos enormes y
pesados, de los que al encenderlo sonaba una melódica pero irritante
cancioncita, un Windows 98, además con un Internet tan lento que se demoraba
minutos en cargar las páginas, pero era feliz.
Me acuerdo de jugar a las muñecas
“barbie” con mi papá
recreando las escenas de mis películas favoritas, mientras
mi mamá cocinaba y de empezar a aprender a leer con mi familia ayudada de mi
primer silabario.
Me acuerdo cuando mi hermana
aprendió a hablar y
caminar,
del terremoto que era y de la atención que se
llevaba por
parte de las visitas.
Me acuerdo también muy claramente
de mi primer día de
clases en el colegio Rayen Mahuida, yo estaba ansiosa más
que nerviosa aunque no sabía nada del nuevo colegio, solo sabía que de alguna
manera te dejaban ocupar pantuflas en la sala, ese día no me costó despedirme
de mis padres, entré y nos llamaron a hacer línea, de esas que en la alfombra
te marcaban con scotch una guía, luego nos dijeron que vayamos a trabajar, no
entendí mucho, pero seguí la corriente y tomé un puzzle, el ambiente del salón
era bastante silencioso para ser de kínder, pero aún así se escuchaban susurros
y los materiales sonando. Luego me sentí sola y fui a buscar amigos, yo no era
para nada tímida, vi a una niña le pregunté si quería ser mi amiga y adivinen,
sigue siendo mi amiga hoy en día, aunque ese mismo día otra persona se acercó y
me dijo “ella es mí amiga” no le hice caso, luego de algunos años ella
fue mi amiga también.
Recuerdo
también una escena tierna de mi infancia, el típico
primer amor de niños, él
era mi mejor amigo y junto con mi amiga Camila éramos un trío dinámico
inseparables y si nos ponían a trabajar juntos en el salón, no funcionaba, me
empezó a gustar en mi cumpleaños, él no me había dado un regalo, lo más
importante para un niño en esa época eran los regalos, por lo que le dije, que
al menos me tenía que dar un regalo espiritual, como se hacía en el colegio, él
dijo que bueno y me empezó a recitar un poema de los que tuvimos que aprendernos
en clase, no recuerdo que decía, ni me importó, pero era para mí.
Me acuerdo también de algo muy
importante y que cambió mi vida para siempre, de la primera vez que me leí una
novela gruesa, mi padres me llevaron porque sabían que me gustaba leer por primera
vez a la feria del libro, para que buscara un reto mayor, entonces en la
editorial SM conocí el libro “donde los arboles cantan” de Laura Gallego,
pregunté si me lo recomendaban, me dijeron que si me gustaba leer, desde los
nueve años era un buen libro, yo estaba por cumplir los nueve creo, así que me
lo lleve fue la primera vez también que sentí ese aroma mezcla de nuez, polvo y hojas de arboles de un libro nuevo y le tomé la merecida atención, la lectura me costó un poco, habían cosas que aún no entendía, cosas sobre violencia o
amor, pero cuando lo terminé me sentí tan bien que no dejé de leer nunca.
